Yo no quería entrar en esto. De verdad. No quería, no me lo tengan en cuenta. Pero es que, claro, provocan. Terminan de pergeñar un texto legal [el Estatuto catalán, sí] y enseguida aseguran que dice una cosa y también su contraria. Y no pasa nada. Todos se sienten cómodos así, con esas palabras de doble filo recién inventadas. Pero a la gente normal la poesía alcanzada por votación y convertida luego en norma nos deja como desnudos. No sé si sirve para eso la poesía.
No son sólo los políticos los que se encuentran perfectamente entre estos malabarismos, también lo reciben con naturalidad algunos editoriales: "En el preámbulo figura el término "nación": sus partidarios logran su anhelo. Pero lo hace con carácter descriptivo y fuera del articulado, sin valor normativo: sus críticos también lo logran. Es una metáfora del texto, un texto sensato que, sin entusiasmar a ninguna de las partes, ejerce de cauce transitable para todas ellas".
Metáfora por metáfora, se ve. Un "texto sensato" (cruce en rojo y deténgase ante ese semáforo si lo ve en rojo). Todos logran sus anhelos (sólo en la poesía caben todos los anhelos, claro, se entiende). Por la poesía transitan, sí. Poesía de parlamento.
De verdad que no quería yo entrar en esto. De verdad.
Actualización, 10.38: Por si echaban el falta el textito funambulista: "El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de ciudadanas y ciudadanos catalanes, ha definido, de forma ampliamente mayoritaria, a Cataluña como una nación. La Constitución española, en su artículo segundo, reconoce la realidad nacional de Cataluña como una nacionalidad".
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7.3.06
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