29.12.06

La desaparición de Sadam

Más definitiva que la condena a muerte parece que ha sido una orden que han dado esta mañana los soldados norteamericanos: “Que venga alguien a llevarse sus cosas”. Aunque los periódicos en realidad dicen “enseres”, que está más acorde con la liturgia militar, y que seguramente tiene implicaciones filológicas de mucha enjundia en este caso. Si no me creen, quiten dos letras de cada extremo y vean. Pero en lo de las etimologías y morfologías, yo me quedo ahí.

Ahora sí que se da por muerto a Sadam. Ni siquiera hace falta que la soga le parta el cuello el sábado, que es la fecha que aventura The New York Times. A partir de este momento, ya no necesita nada de lo que tenía. Se meten sus cosas en una bolsa, como se hace con las botas, el uniforme y la colección del Playboy del soldado caído. De repente, con la muerte del dueño, todo aquello que guardaba el armario pasa instantáneamente de artilugio a recuerdo. El cambio de manos lo transforma. Sadam es un estorbo. Se empeña con una tenacidad inexplicable en seguir vivo: grita en los juicios, levanta el Corán, se marcha enfadado. Así no queda más remedio que mirarle, sacarle de vez en cuando en la televisión. Pero parece que cuando alguien se lleve sus cosas de una vez pasará finalmente ya a moverse sólo en el terreno de la memoria. Quitarle el cepillo de dientes, las gafas, el corta uñas, aquel ejemplar de Crimen y castigo que tenía en el zulo donde le detuvieron; esas privaciones funcionan como si le quemaran los puentes por los que podría, quizá, pasar algún día de la memoria a la realidad. Un hombre sin despertador no es ya un hombre, sino un espectro que se mueve únicamente entre algunas pesadillas.

La vida de Sadam termina en el momento en que el soldado le quita de las manos el ejemplar de Crimen y castigo. Se podría interpretar de mil maneras. Podría incluso encontrarse una metáfora en el interior de ese instante. Pero ya no hay más. Sadam es sólo tirano con barba que no consigue terminar un libro que le estaba gustando. Y desaparece.

4 comentarios:

  1. Anónimo16:22

    Hace quince años, cuando la Guerra del Golfo, en mi barrio hubo un par de pintadas: "Sadam Hussein, herria zurekin" (el pueblo está contigo). Hace unos meses, aparecieron otras cuantas para dar vivas a Hamás y a Hezbolá. Pero ya no se acuerdan de Sadam: tienes razón, está remuerto.

    Ander

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  2. Yo creo que al final lo van a soltar. Como nadie se va a creer que es él...

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  3. La ejecución le dió tres días mas de vida. Al menos en los medios de comunicación. Ayer, con el último resumen del año, empezó a morir en el la memoria colectiva.

    Nadie ha aprendido nada.


    P.D: Espero que le hubiesen prestado otro ejemplar de Crimen y Castigo para leer durante el transcurso juicio.

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  4. Sí, o de cualquier otro, si le apetecía...

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