Sabía de sobra, al aceptar el encargo [presidir el jurado], que el premio Lara sería una farsa, igual que el Planeta. Cuando un editor se juega decenas de millones de pesetas en una novela quiere, como es natural, que ésta sea, antes que nada, comercial. Así que los comités de lectura de la editorial criban los originales, a veces varios centenares, para seleccionar a los "finalistas". Además, después de relecturas y análisis, proponen la novela (encargada en ocasiones a un autor de éxito) que, por sus características, puede encaramarse sobre una venta masiva. El jurado, o al menos sus principales miembros, son informados discretamente de lo que conviene a la editorial y actúan en consecuencia.
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Decidí participar en la farsa porque, a mi manera de ver, por encima del paripé y el engaño, resulta positivo el premio como estímulo y propaganda de los autores y de sus obras.
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Me retiré de su presidencia [la del jurado del premio, además de la de La Razón], cuando la compra del diario Avui por parte del hijo del fundador de la editorial me creó un grave problema de coherencia ideológica. Yo presidía el Consejo Editorial del Grupo y empecé a desayunarme, mañana tras mañana, con un diario serio y excelente como Avui que, en el ejercicio de su libertad de expresión, proponía la independencia de Cataluña, y otro, La Razón, por mí fundado, que defendía la unidad de España.
(Luis María Anson publica hoy en El Cultural el artículo La farsa del premio Lara de novela)
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Ayer hablaba de eso. Cuando la Generalitat opasó factura de impuesto revolucionario a Planeta en forma de coparticipación en el Avui, tal vez para evitar que se les aplicasen las leyes de paridad lingüística al primer grupo editorial en lengua castellana, el en otras ocasiones tan admirable Ansón tragó con esa esquizopropiedad compartida por su grupo matriz. Sólo fue al cabo del tiempo, cuando tenía apalabrada la dirección de nuevos proyectos televisivos de Intereconomía cuando decidió tener ese ataque de dignidad profesional y descubrió que estar en el mismo grupo que los sátrapas del Avui le proocaban un cierto sarpullido moral e intelectual. Vañle más tarde que nunca, Saulo, pero mejor que no nos intente vneder la burra cojoa y, claro, ciega.
ResponderEliminarCoña, qué de tiempo hacía que Luisma no se nos ponía conspiranoico...
ResponderEliminarDe todas formar, no sé si ha contado (ni antes, ni en este artículo) los verdaderos motivos. Seguro que hay más.
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