3.12.07

James Brussel, el visionario

En realidad Brussel no entendía la mente de Mad Bomber. Sólo parecía haber comprendido que si uno hace un gran número de predicciones, las incorrectas se olvidarán pronto, y las que resulten ser verdaderas te harán famoso.
Lo cuenta Malcolm Gladwell en su regreso al New Yorker. A finales de 1956, James Brussel, un psiquiatra freudiano que había hecho algunos trabajos de contraespionaje para el FBI, parecía la última oportunidad de Nueva York. El 2 de diciembre una bomba había reventado un cine de Brooklyn. No hubo muertos, pero según los periódicos, la ciudad estaba paralizada.

Aquel día habían pasado ya 16 años desde que un tipo conocido como Mad Bomber había colocado su primera bomba en el alero de una ventana del edificio de Consolidated Edison, en la calle 64. En ese tiempo había sembrado la ciudad de artefactos explosivos: en Grand Central Station, la Biblioteca Pública de Nueva York, el Radio City Music Hall... No había motivos para pensar que fuera a detenerse. Tampoco para confiar en que la policía fuera a echarle el guante.

Ni siquiera la policía lo creía. El inspector Howard Finney pensó que había llegado el momento de probar algo nuevo, y se fueron a ver al psiquiatra. Brussel estudió los materiales del caso y les soltó una lista de características del criminal que buscaban. Ahora se considera aquel encuentro, en el que Brussel incluso dijo que Mad Bomber vestiría un traje cruzado abotonado cuando le detuvieran, algo así como el momento fundacional de la ciencia de los perfiles criminales.

Un mes después, a las once de la noche, la policía arrestó a George Metesky, que salió a recibirles en pijama. Sin embargo, le dieron unos minutos para arreglarse, y cuando regresó, lo hizo con el traje cruzado, abotonado. El asombro borró de la memoria de sus admiradores otras recomendaciones absolutamente equivocadas, como la de buscar a un hombre con una cicatriz en la cara, un trabajo nocturno, de entre 40 y 50 años, educado en Alemania...

Esa parte la hizo el asombro de entonces. Para luego, Brussel se ocupó de trillar adecuadamente en sus memorias las que habían sido sus predicciones sobre Mad Bomber.

Propina: Brussel también dejó escrito Loquero al instante: Cómo convertirse en un experto psiquiatra en diez sencillas lecciones.

5 comentarios:

  1. Podría hacer el trabajo perfectamente.

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  2. "El médico que nunca fallaba".
    Un ginecólogo se jactaba de sus dotes premonitorias a la hora de adivinar el sexo del bebe de las pacientes que atendía(era antes de las ecografias). Les decía:vas a tener un niño(o una niña)y para que veas que no fallo lo anotaré en mi dietario. En el dietario anotaba lo contrario de lo que había predicho. Si acertaba en lo dicho de viva voz la madre quedaba sorprendida. Si era lo contrario y la madre le reprochaba su fallo, él buscaba en el dietario y le decía "ves, aquí lo dice bien claro, es tu memoria la que falla".
    Nunca se equivocó

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  3. Hace años, en cierta localidad guipuzcoana, un médico alardeaba de tener contactos en el Ejército. Y ofrecía sus enchufes para librar de la mili a los quintos. Les pedía un dinero a cambio de intentar esa gestión, pero no les garantizaba el éxito. Y si la gestión fallaba, él les devolvía el dinero.

    Ni hacía ninguna gestión ni conocía a nadie en el Ejército. Pero todos los años algún mozo se libraba por excedente de cupo, por sorteo. Y como los mozos de los caseríos no tenían ni idea de cómo funcionaba el asunto del cupo (ni siquiera sabían castellano como para leer por sí mismos las cartas), el médico se adjudicaba el tanto y se quedaba con el dinero que le habían adelantado.

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  4. Qué buenas historias. Fantásticas. Gracias. Gracias.

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