4.4.03

Verbenas

Todos los veranos son el mismo. O quieren serlo, no hay duda. Aquel primero que se recuerda como se recuerdan luego todos los veranos, como un lugar del que no deberíamos haber salido. Parecerá una bobada, pero la prueba de esto es que Paquito Chocolatero sigue siendo la canción que más se le pide a las orquestas en las verbenas de pueblo y en las bodas, que son a veces como veranos diminutos en mitad de la oficina.

Lo de Paquito Chocolatero no es una invención, o una generalización ocurrida en la barra del bar después de pasar por dos fiestas en las que sucedía lo mismo. Lo dice la SGAE, que recibe unas monedas cada vez que intentamos conseguir un verano en la sala de fiestas, o en el prado del pueblo. Y con Paquito Chocolatero le rebosó la bolsa el año pasado, y le rebosa casi todos los años. Uno vuelve a su pueblo a pasar las vacaciones y le gusta ver que sigue como lo dejó, que puede reconocerlo, que sigue siendo su pueblo. Incluso prefiera que siga la misma gente resguardada del sol en los portales, o jugando la partida con el televisor que nadie mira a todo volumen. Gusta, muchas veces, precisamente como eso, como lugar al que volver. Por eso el verano es siempre el mismo, porque sólo es verano de verdad en aquel lugar. Sólo hubo un verano, aquel primero, al que uno se empeña en regresar. El resto son reconstrucciones de aquél. Puede que falten piezas o que se encuentren ya machacadas. Puede que estemos más lentos, o que nos brillen menos los ojos. Puede incluso que sea invierno y que no funcione la calefacción del local de la boda. Pero aún es posible conseguir un verano.

Si no, no se explica esa insistencia con Paquito Chocolatero. La insistencia y el entusiasmo. Fíjense la próxima vez. Siempre hay alguien que pide la canción. Y luego todos se agarran los brazos y los levantan cada vez que gritan jey, jey, jey, con los ojos cerrados, lejos de aquella sala fría, de la corbata manchada, de la multa en el coche, del pedazo de tarta, de la camisa rosa, lejos, tan lejos como aquel prado terroso y aquella orquesta de pueblo. Aquel verano.

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