La tarde que vi las memorias del periodista italiano Indro Montanelli en el escaparate, sentí cierto alivio. Quizá no todo se había perdido. Sin embargo, sólo digo cierto alivio, porque el alivio no fue total. Tengo desde 1996 una espina clavada que incumbe también a Montanelli, y cuando murió hace dos años, pensé que lo mejor que podía hacer era olvidarla. Pero no pude. No puedo. En el 96 lo fui a buscar a su habitación, caminamos por los pasillos del hotel y dije una bobada al presentárselo a los peridistas que habían venido a la rueda de prensa. Y ya está. Eso conseguí de Montanelli. Y él de mí.
Un estudiante de primer curso caminando despacio con un maestro amabilísimo. Recuerdo haberle preguntado por su viaje desde Italia del día anterior, si había descansado, si necesitaba algo. Todo esto a través de la intérprete, que siguió luego hablando con él cuando a mí se me acabaron las preguntas de mayordomo. Por eso el alivio del otro día, porque allí estaba un remiendo inmerecido a mi oportunidad perdida. Porque aquella mañana yo era un estudiante de primer curso caminando despacio con un maestro amabilísimo, pero un estudiante que no se dio cuenta de nada. No había pensado nunca que unas memorias pudieran servirle al lector para saldar sus propias cuentas. Sólo se me había ocurrido que le servirían al autor para ajustar las suyas, o para ordenarse, o para regalarse a los que quedan, o para mentirse, vaya usted a saber. Un desahogo que alivia a quien lo suelta, pero no a quien lo recoge. Lo peor de todo es que creo que si hoy fuera a buscarle a la habitación del hotel le preguntaría por el viaje y por el descanso.
Menos mal que en el libro, previendo miopías como la mía, ha dejado cosas como ésta: "En mi vida he visto muchas batallas, pero incluso cuando lograba relatarlas nunca entendí cómo se habían desarrollado y estoy convencido de que tampoco lo entendían los generales que las dirigían. Al final he llegado a la conclusión de que cada batalla es fruto del caos, en el que sólo los periodistas tratan de poner una pizca de orden con sus reseñas". Algo me he ordenado.
9.5.03
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