30.12.05

Cazar lluvia


Fui a Venecia intoxicado por Brodsky, deseando que lloviera, a pesar de que no me había preocupado de llevar paraguas. Se esconden en la lluvia muchas más cosas que la humedad. Fui a Venecia deseando lluvia, y la lluvia estaba esperando agazapada en una niebla baja, densa, puro invierno en vuelo rasante. Con ese invierno Brodsky construyó prodigios.

Pero yo, que evidentemente no soy Brodsky, sólo llevaba una cámara en el bolsillo. Quizá espoleado por alguna línea suya incluso (“mientras este lugar exista, mientras la luz de invierno brille sobre él, las acciones de Kodak son la inversión más segura”). La gente como yo, con una cámara no hace prodigios, así que me sentí, en un segundo, infinitamente lejos de Brodsky y de su invierno, aunque se pareciera bastante al mío. Quiero decir que, mientras me empapaba la lluvia, recordaba el suyo y lo veía detrás de todas las esquinas, al final de los escalones, tambaleándose sobre un vaporetto. Sin embargo, también me daba cuenta de que la película no habría funcionado al revés: el invierno que yo consiguiera contar no lo habría encontrado él ni en una brizna de humo. Yo, como he dicho, sólo llevaba una cámara en el bolsillo, insuficiente para obrar prodigios. Muy lejos del poeta. Con ella, lo máximo que pude intentar para atrapar el invierno fue dispararle a la lluvia. Aquel flash de la cámara se comportaba exactamente igual que yo cuando trataba de capturar el invierno a lo Brodsky. Se disparaba, iluminaba un manojo de gotas de agua, y desaparecía. Pasé mucho tiempo asomado a la ventana. Disparaba, y veía en la pantallita de la cámara las pocas gotas que había logrado cazar. Y las gotas, en realidad, no son la lluvia, como mi invierno no era el invierno de Venecia.

Aunque me gustaría, claro. Cualquier cazador quiere que de su red no se escurra nada. Pero no todos pueden circular por los canales con un cañón de luz, que debe de ser lo que llevaba Brodsky. Porque si no, no se explica. Al resto nos quedan esas acciones de Kodak, esa cámara en el bolsillo, que caza lo que puede, un par de resplandores tal vez.

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1 comentario:

  1. Y la foto ni siquiera es mía... La cazó Irene, que incluso se preocupó del paraguas.

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