Empezó a molestarme la sensación poco después del 1 de agosto. Fue, por supuesto, culpa de Ander, de esa foto que colocó para dar por cerrado el viaje en vespa. O lo que iba a contar de él, porque el viaje dice que ya lo había terminado. Como unos cuantos más, durante unos días seguí entrando a ver si pasaba algo, si se le ablandaba el corazón, o lo que sea. Pero nada. Era en serio.
Hay más. Algunos lugares que leo habían avisado ya que se iban de vacaciones y que cortaban el grifo, la luz y todo. Se fue Fogonazos, por ejemplo, aunque éste ha prometido volver. En medio de todo esto, apareció Luis rebosante de poesía, pero también ha desaparecido, en dos días. Me encontré, saltando de liana en liana digital, con Nomeacuerdo, pero ya no está. Y es extraño sentirse huérfano de historias de este modo. Creo que antes siempre me había sucedido de otro bien distinto. Mientras viajaba. Buscábamos de vez en cuando periódicos españoles en las plazas y los manoseábamos sin sacarlos del expositor. No era por estar al día, no. Uno de los mejores ratos lo pasamos en el Café Havelka de Viena, después de que el dueño nos contara por qué había un naipe pegado al techo. Había un ejemplar de El País, creo. Nos lo fuimos pasando, y sucedió que quien lo leía enseguida contaba una de las historias que encontraba. Todas diferentes. El periódico tenía ya más de una semana, que era más o menos lo que llevábamos saltando de tren en tren, pero no importaba. Uno consigue salir del tiempo cuando viaja, y esos siete días de retraso se habían disuelto en la distancia. Podrían haber sido 39. Tenían algo las historias que consiguió arroparnos. No sólo aquel día, sino muchos otros más en otros viajes y en otros lugares. No estábamos solos.
Ahora supongo que tampoco: están los hallazgos lingüístico-periodísticos de José María Romera, están las historias de Jonhymepeino (otro feliz descubrimiento casual), las de Eresfea (estoy seguro de que sé quién es), el diario de Willy Sifones... Aunque, a pesar de todo, sigo entrando casi a diario donde Ander. No vaya a ser.
Ampliación, 14.59: Juanjo Seixas escribió en Efímera por última vez el 22 de febrero. Ha prometido volver, pero... Mientras regresa, le han tomado el sitio en los comentarios.
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A mí me pasa algo más extraño todavía: sigo entrando en mi propio blog, en el blog que di por acabado, para ver si ocurre algo nuevo, para ver si el viaje continúa.
ResponderEliminarY, oh, asombro, después de que el numero de visitas diarias fuera disminuyendo como es lógico, anteayer pasó algo muy raro: el número de visitas estuvo a punto de batir el récord. Y el blog ya lleva dos semanas fosilizado.
Bueno, alguna explicación sí que hay. Te sacan en un periódico, acto seguido te llaman de una radio porque te han visto en el periódico, y ya está: los medios siguen teniendo mucho tirón, eh.
Yo también prometo volver. Con otro viaje, ojalá. Pero ahora toca vida sedentaria y trabajo monacal o monegasco o monicaco.
Me parece que estas pleamares y bajamares de los blogs son una de las características del género. (Género, ay lo que he dicho). Y está muy bien. Algunos blogs tienen la caducidad ya marcada desde el principio (el caso del mío), otros van languideciendo por pereza o agotamiento, otros porque donde no hay mata no hay patata, otros que se toman un descanso... Aquí cada uno escribe y publica instantáneamente y cuando se le pone en las narices. "Cuando se le pone en las narices" podría ser otra característica principal, así que casi nadie promete una periodicidad.
Pero nos hemos puesto todos como locos a escribir y a leer, qué cosa.
...aunque los patrones abandonen sus barcos siempre quedarán los mareantes (como se les llama en mi tierra...
ResponderEliminarAnder, es extraño, pero también me pasa: entro aquí a veces esperando que haya sucedido algo. No comentarios, que de eso uno se va enterando por Blogger, que es muy listo. Y a veces, después de mucho tiempo, me parece tan extraño que da la impresión de nuevo. En fin. Termina el libro ya, anda.
ResponderEliminarMrs. Doyle: los mareantes son lo mejor, sin duda.
Mrs. Doyle tenía un blog y tenía sus seguidores (no te vayas a pensar) pero un buen día decidió acabar con él por no poder atenderlo como se merecía. Mrs. Doyle no quería que a su blog le pasara lo que al blog de Juanjo...
ResponderEliminarAsí que lo hizo desaparecer y decidió "colarse" en otros blogs. De ese modo puede ver, leer y a veces escuchar más a los otros y de vez en cuando intentar entretener mientras los autores no aparecen...
Ahora tengo la intriga de si estuve alguna vez en aquel blog; de cúal era también tengo la intriga.
ResponderEliminarEste sitio también ha tenido sus épocas de muerte cerebral. Estuvo en coma casi un año, abandonado. Tampoco yo podía con él. Así que entiendo perfectamente lo que sucede; lo que, de todas formas, no me quita el sentimiento ese.
Es posible que hayas pasado por el humilde blog de Mrs. Doyle (que en paz descanse)... Algún día volveré... pero mientras tanto voy a seguir "okupando" espacios y nutrirme de ellos cual rémora...
ResponderEliminarcon tal de que no muerda...
ResponderEliminarPara la muestra un botón.
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