3.11.06

Los talones de Cheever

La pregunta se dispara enseguida, ella sola, por encima de todo el invento: ¿Resulta posible sustituir la angustia real por otra recién construida, montada con piezas encontradas por casa? ¿Puede uno seleccionar con un clic por quién se siente perseguido? La cosa viene por una web llamada National Novel Writing Month, que reúne a gente que se reta a escribir una novela de 50.000 palabras (unas 175 páginas) en un mes. Empezaron el miércoles, que era 1 de noviembre, y tienen hasta el 30.

Cabe dudar si en algún momento puede llegar a tener las mismas consecuencias ser John Cheever y fingir que se es John Cheever. Aunque el fingimiento sobreviva apoyado sobre las 59.000 personas que se apuntaron el año pasado al invento de la novela exprés. Pero me resisto a creer que son idénticas las angustias del que se ha apuntado a la web y las que perseguían a Cheever, que durante décadas escribió algunos de los mejores cuentos del siglo XX con el banco pisándole los talones. Aunque no siempre corría para que no le alcanzase el banco. Otras veces huía de la ginebra. Sus diarios están plagados de desafíos a la botella, y de minúsculos triunfos: algunas veces aguanta hasta el mediodía antes del primer cóctel. También huía mientras escribió su primera novela, Crónica de los Wapshot: quería dejar atrás el runrún afilado de los críticos que aseguraban que era un artista menor, de relatos únicamente, incapaz de terminar una novela. Así que corrió y corrió, mientras el banco, la ginebra y la gloria inalcanzable le pelaban los talones y los nervios. Quizá en su caso sea cierto. Tal vez esas angustias de perseguido fueron lo único capaz de ponerle a reunir todas esas páginas, que terminaron ganando el National Book Award en 1964.

Pero no basta conseguir que le persigan a uno en una web para convertirse en John Cheever. Por mucho énfasis que se le ponga (una chica lo va a hacer en un escaparate en Baton Rouge). Aunque aquí la organización no engaña: “Importa la cantidad; no la calidad. Llegar al final, a las 50.000 palabras, ante de fin de mes. El año pasado lo lograron 10.000. Llegaron al final. Y en el final… ¿Qué?

6 comentarios:

  1. Talones, ay la polisemia.

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  2. No digo que es Dios porque soy atea pero sí creo que es uno de los grandes...

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  3. The Swimmer, que gozada y que tristeza.

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  4. Empiezo a darme cuenta de que lo que más me gusta de escribir algunos de estos días es volver a páginas que me asombraron. Otra vez los diarios. Otra vez los cuentos.

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