7.11.07

El asalto de la ortografía

No puede uno irse unos días. El jueves, cuando salí, en las portadas de los diarios no cabía más que la sentencia del 11-M, cuyo recitado habíamos seguido por la radio como se hace con las pedreas del sorteo de navidad.

Sin embargo, durante la ausencia debió de producirse algún quiebro histórico grave y profundo, porque el lunes por la noche la gran batalla que se desplegaba en las tertulias era una disputa ortográfica entre un académico y el presidente del Gobierno. Y había sucedido en este siglo.
Juan Luis Cebrián, el académico: Señor presidente del gobierno, dicho sea con todo el respeto y desde la leal amistad que le profeso, ruego explique a sus asesores que no hace falta asesinar la ortografía para ganar unas elecciones. Dejen pues de amedrentarnos con las zetas, y no confundan lexicográficamente al personal, ya bastante absorto ante el aluvión de nuevas palabras de bárbaro origen que inundan los medios de comunicación.

José Luis Rodríguez Zapatero, el mencionado presidente del gobierno: Amigo Juan Luis Cebrián, ya que has hecho referencia a esa campaña de la zeta, te diré que es una opción preferente y que siempre preferiré jugar con las palabras a golpear con ellas.
Confieso que me quedé un rato pegado de nuevo a la radio, casi como con el recitado judicial de Gómez Bermúdez. Aunque esta vez esperando la chispa de un soneto quevediano, o al menos una contrarréplica en endecasílabos, tan añorados en las tribunas públicas desde que Umbral recibió el Premio Príncipe de Asturias saciado de ginebra y de once en once ("En la hoguera cultísima de un teatro, ante el senado impar de la provincia...").

No se dijo nada de métrica en las radios. Tampoco de sintaxis, a pesar de las dislocaciones de púlpito del académico. Ni siquiera de gramática, a pesar de algún resbalón del mismo académico ("Bloc es palabra de origen inglés, pero las etimologías consideran que entró en España a través de Francia, y *deben tener razón").

Pero no se apuren. En esto del debeísmo del académico estoy seguro de que no cabe otra opción que recordar lo que le dijo García Márquez (cabreado) a Arsenio Escolar cuando éste le llamó para enmendarle unos cuantos que había colado en un texto:
Pues arréglame el primer error para que se sepa que sé usarlo y deja los otros cuatro porque se me pone en los cojones -concluyó Márquez, elevando el tono de la voz.
Seguro que es eso. Que un debeísmo más, o menos, no empañe la belleza de la súbita irrupción de la ortografía en las tertulias y en el control democrático al Gobierno.

Que no lo haga siquiera este anuncio publicado al día siguiente, el martes, en la portada de elpais.com, periódico de Prisa, empresa de la que el académico, ay, es consejero delegado.

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