21.6.02

El fantasma del castillo

Es una jugada maestra. Enseñar a Raúl velado tras los cristales, vagando por el hotel como el fantasma del castillo. Tenemos un delantero que asusta, y conviene administrar el efecto. Dicen que por la noche se escurrió a entrenarse con su médico personal. Dicen que por la mañana también despistó al resto y corrió otro rato. Pero nadie lo ha visto. Como debe ser. Porque así funcionan los cuentos de fantasmas: mantienen la amenaza sólo sugerida. La incertidumbre es mucho menos manejable para el lector.

Mientras, los periodistas coreanos que cubren los entrenamientos de España lo buscan, entre el susto y el desconcierto. Where is Raúl� Raúl camina por los pasillos de la fortaleza esperando que se haga de noche para correr en secreto. Pero esto no se le dice a los coreanos directamente. Esto lo oyen sólo como rumor que circula protegido a sus espaldas, y lo toman como información robada. Camacho dice en la rueda de prensa que sólo jugará si está� recuperado del todo. ¿Pero cómo está ahora? Los coreanos se cuchichean que el fantasma ya ha echado un par de carreras por el césped, que tienen sus fuentes. Pero que quién sabe. El médico dice que sólo jugará si está bien. ¿Pero va a estar bien? Los coreanos no entienden que no salga del hotel, ni a dar un paseo. Debe de estar peor de lo que se reconoce, aunque también han oído que se entrena por su cuenta. Joaquín, casi arrepentido por soltar prenda, dice que Raúl está mejor. Pero Raúl no dice nada. Como debe ser. A él le toca aguantar encerrado y abrir un segundo las cortinas para que se le atisbe la sonrisa. Para alimentar esa incertidumbre que desalienta ejércitos.

Mañana el fantasma seguramente dejará el escondrijo y subirá al autobús atravesando un pasillo de coreanos. Lo habrán estado esperando a la puerta del hotel. Lo tenían localizado, pero no conseguían medirlo, pesarlo, encerrarlo con certeza para contárselo unos a otros. Aún tienen miedo, porque no encuentran el truco. Raúl entrará al vestuario y saldrá a calentar. Para ganar a Corea basta con que lo vean todo el partido sentado en el banquillo. Una jugada maestra. Porque si al final juega...

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