Muy fácil. Para el experimento, sólo debe uno esperar a que le haya desaparecido el efecto de las vacaciones. Eso, que sucede más o menos a estas alturas del añoo, no significa haberlas olvidado. No confundamos. Yo recuerdo las mías perfectamente, pero ahora ya no puedo demostrarme que hayan sucedido hace un mes. Podrían haber sido hace nueve años. O podría haberlas inventado para tenerlas dentro de otros nueve. Y no me dara cuenta. Nadie podría.
Entonces toma uno un elemento sencillo de ese recuerdo para recuperarlo. Yo elijo una caña bien fría. Una caña bien fría, y yo que me dejo caer sobre el respaldo. Me dejo caer sobre el respaldo y veo el mar, vale de cualquier color, porque nos lo encontramos de varios colores estas vacaciones. Elijo un elemento sencillo. Recuerdo hasta la ropa y los zapatos que calzaba. Me siento incluso frente al mismo mar que miramos juntos hace un mes. Unos kilómetros al norte, pero es el mismo mar. Recuerdo -o he inventado- unas vacaciones que no dan mucha guerra. Lo recomiendo así. Está tirado venir solo a esta terraza del Orzán a beber cañas. Por las tardes, en lugar de volver a casa puedo sentarme otra vez en Costa da Caparica y mirar cómo se hace de noche sobre el Atlántico. Y que no me importe. Vacaciones a media jornada, vamos. Y sí, me siento aquí en el Orzán, y está bonito el Atlántico, muy bonito, y también la tarde, y hará buen día mañana. Y sí, la cerveza, bien, sobre todo el primer trago, que es el único que merece la pena. Como para beber siempre sólo el primero. Y sí, todo bien y tal, pero, hombre, que este mar, así, bien mirado, tener, tener, no tiene el color. Aunque servían muchos. A ver si no va a ser. Que me gusta la caña, y la silla y la tarde y el sol. Y la cosa esta de las vacaciones de media jornada. Pero no.
A ver si lo inventé todo, como sospechaba. Porque tengo los zapatos y los vaqueros y la camiseta. Tengo hasta la postura. Tengo el mar, aunque no lo parezca. Pero no es la culpa del mar. Un amigo me explicó que cuando se mira al mar no se ve el mar. Mira uno al mar y lo que ve es el cielo, y va a ser este cielo de hoy que no termina de encontrar el punto. Así no hay quien complete un experimento.
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Tú, por lo menos, ves el cielo. En Madrid no se ve ni sacando un vasito de agua a la terraza. Y ni siquiera tengo terraza.
ResponderEliminarCabrón afortunado...
Ya sabes: invito a cañas.
ResponderEliminarY un poco lo que te venía diciendo. A mí me van más los perros. Cuando se te muere el perro sí que es una putada.
ResponderEliminarYo te invito a las cañas, pero nada de escuchar penas y lloros, ¿eh?
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