El invento este del ataque preventivo lleva aparcado en el garaje de mi casa más de dos años. Pero no se nos había ocurrido llamarlo así. Hasta ahora sólo teníamos un todoterreno con las ruedas rajadas, y estábamos convencidos de que había sido por despecho. Afortunadamente, la política internacional y los telediarios nos han explicado el destrozo del sótano, aunque de una manera que nunca hubiéramos imaginado, y además de la tranquilidad de comprender nos da tema para ir subiendo pisos acompañado en el ascensor.
Estos dos años lo que teníamos ocupando esa plaza junto a la entrada era el coche que se había quedado una vecina después de divorciarse. Por lo visto, una noche él entró con una navaja y dejó apoyado sobre las llantas el todoterreno que había elegido unos meses antes. Lo más probable es que aún conservara la llave de cuando estaba casado. Aunque esto es lo que sabíamos hasta hace unos meses. Ahora los vecinos se cuentan en el ascensor que él lo que pretendía era cortarle la salida a su ex esposa, para evitar males mayores por el desbocamiento de ella. Consecuencias impredecibles. Estos días llega uno sin llaves al portal, y la vecina del séptimo -mientras escarba en el bolso para poder abrir- le explica que ella, después del divorcio, había comenzado a reunir en el cuarto de baño un sofisticado arsenal de perfumes caros. Hasta se había teñido el pelo. Así que ante estos indicios contundentes el ex marido se vio obligado a llevar a cabo un ataque preventivo, lo que hasta ahora había sido para nosotros entrar por la noche a dejar claro que no lo lleva nada bien.
A mí me parece que a esta mujer le ha faltado visión de Estado, o como se le quiera llamar. Porque anda que no tendría indicios de que él se iba a cargar el coche. Se veía venir. Con un buen ataque preventivo a la cubertería del pisito de soltero, se habría evitado. Pero por esta falta de visión, seguro que ahora el todoterreno ya no sirve para nada. Aunque quizá no le faltó visión de ningún tipo, sino un poco más de fuerza para reventar la cerradura del apartamento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Una vez tuvimos un periquito y palmó, claro. Pero la verdad es que es mejor un gato que un periquito, dan menos el coñazo.
ResponderEliminarPor eso los gatos se comen los periquitos, claro. Si cae de cajón.
ResponderEliminarEntonces....el periquito se cargó a Gorgias.
ResponderEliminarEso sí que es ataque preventivo.
No me contaron nada de eso, pero investigaré. Alguien tiene que pagar el pato.
ResponderEliminarYo del pato no sé nada. En cualquier caso, no hace falta que te montes una columna semanal sólo para sacar el tema de que mi periquito se cargó a tu gato.
ResponderEliminarAdemás, ¿quieres dejar de escribir sobre tu gato? Eso ya está en el pasado. Olvídalo. ¿Por qué no escribes algo sobre los abuelos que van a tomar un café siempre al mismo sitio? Cambia de rollo.
ResponderEliminarPero qué listos son los periquitos... ¿Dónde puedo conseguir uno?
ResponderEliminarA tu periquito no pienso dedicarle ni una columna ni cinco minutos ni una bolsa de alpiste. Aunque te empeñes.
ResponderEliminarDéjate de matar gatos, periquitos y ostias, y suprime las dos última frases. Sería tan bonito... Ya lo sé, ya lo sé. Ya me he dado cuenta: nunca nada es perfecto.
ResponderEliminarTú o yo somos ya demasiados predecibles. Quizá tú para mí y yo para ti. Por no meter en esto a tus hámsters, que es una historia realmente triste.
ResponderEliminar