10.10.03

Pesca

El otro día, por fin, encontré el cuento que llevaba meses buscando. Me escribí mentalmente el principio, lo retoqué un par de veces, y vi perfectamente dibujada el resto de la estructura. Hasta el final. Prometo que era un cuento rendondo. Con un punto tierno si se quiere. Pero encajaba como la última hoja de un árbol de un puzzle de dos mil piezas. Cuando encontré el cuento, regresaba a casa, por uno de los últimos pasillos antes de salir del metro a la calle, y no llevaba papel. Pero pero no me importó, porque tan encajado como había quedado, no podía deshacérseme en el olvido.

En casa, cené tranquilamente. Contento por haberlo encontrado, pero sin pensar en él. Sin duda, el todo resulta más difícil de perder que alguna de las partes. Sin embargo, como ya habrán supuesto, cuando me senté a teclearlo, lo había olvidado. Y como lo que tenía era un todo, también habían desaparecido las partes: el arranque duro, el entramado y el final con redoble de platillos. Normalmente apunto, cuando aparecen, ideas de quince palabras en servilletas, folios usados, sobres del banco, tarjetas de visita, márgenes de un periódico. Las apunto y se queda luego el pedazo de papel en cualquier parte. Una pieza de algún puzzle, que quizá se junte con alguna de las otras y termine en algo sobre la mesa. Sobre todo me da la tranquilidad de que no se me va a escurrir la idea entre los dedos, como un vaso de agua, o un gintonic perfecto, como ya no lo sirven en ninguna parte. Luego casi nunca hago nada con los papelitos. Y no me preocupa. Andan por la habitación: pedazos de memoria que a veces me vuela un soplo de otoño.

Así se han perdido algunos de estos papeles. Y otros inventaron modos distintos de escapar, que nunca me molestaron como me molestó, el otro día, perder el cuento que había estado buscando. Esos papeles fugados son como la pesca sin muerte: uno cobra la pieza, extrae el anzuelo y la devuelve al agua. Su pieza ya. Pero el cuento… el cuento escapó como escapa siempre un campanu sesentón en revueltas que conoce mejor que uno mismo, aprendiz todavía.

20 comentarios:

  1. Anónimo22:40

    Iba a decir algo gracioso pero me da un poco de vergüenza ser el primero.
    Aprovecho para saludar a mis padres y a mis abuelos que nunca leerán esto. Besitos para todos. Enhorabuena a Arancha y Alfredo.
    Viva el circo. Adelante camaradas…
    Puedo seguir haciendo el idiota pero tengo que trabajar. Adió

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  2. Anónimo22:40

    Alastair, cuidadín que el Deivid cobra caras las sesiones de sicoanálisis. Marlow vendió su casa por culpa de un gato llamado Gorgias (aprovecho para saludar a la hermana de Deivid, que se estará cagando en mis huesos por resucitar al jodio gato). Yo mismo tengo que compartir la mitad de mis botellas de vino por culpa de un problemilla que le conté una vez, como el que cuenta coches rojos por la carretera, y para el cual él me dió la absolución, perdón solución.
    Avisado quedas.

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  3. Anónimo22:40

    Me gusta mucho el diseño de tu web, está muy chulo.

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  4. Anónimo22:41

    Yo no necesito un psicoanalisis, Luis, necesito un milagro…simplemente no necesito nada, tan solo tranquilidad, jeje, y he venido a escoger el mundo equivocado.

    David, necesitamos que nos expliques en que consiste el gintonic perfecto. Mas que nada para despues trasladarlo a mi inseparable whiskey, la ginebra me da dolor de cabeza (el whiskey me quita el dolor del alma, benidto placebo)

    Lo malo de desperdigar los retazos de memoria, es que un dia te los encuentras, aparecen, y nunca se sabe lo que un retal de papel escrito puede hacer en un dia fragil.

    Y viceversa, supongo, aunque, por alguna extraña dinamica, (ley de murphy que la llaman algunos) menos usual.

    Espero que algun dia encuentres la pieza que le falta a tu puzzle (o la primera de ellas, seguro que le sigues el hilo) y termines ese cuento…Y que lo podamos ver..

    ^~¥~^

    A®L

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  5. Anónimo22:41

    En mi tierra decimos que la culpa la tiene “el trasgu”, que es un duende burlón que se dedica a cambiar las cosas de sitio para que no las encuentres.
    Lo que no me imaginaba yo es que es capaz de coger el metro sólo para seguirte…

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  6. Marius, esto sí que no me lo esperaba. Casi tan poco como conseguir un buen gintonic en un bar. Sirven cualquier cosa. Casi tan poco como recuperar el cuento que se llevó el trasgu por un pasillo del metro.

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  7. Anónimo22:41

    Hay un libro titulado “Mi madre es una morsa y te jodes”, donde hay un remedio para recuperar cuentos robados por trasgus en el metro:

    1) cocinas un rodaballo con pimientos, plato favorito de los trasgus occidentales (si el trasgu es oriental, tienes que cortar en rodajas la nalga derecha de un monje tibetano y hacerlas a la plancha con mucho pimentón);

    2) lo dejas en un andén de metro y esperas;

    3) después de que cuatro pandillas de skins, una de punkis, dos de productores ejecutivos de Lolafilms y un señor de Murcia te hayan dado paliza tras paliza, porque llevas varios días esperando en el metro, hueles mal y eres un blanco fácil, aparece el trasgu, atraído por el olor del rodaballo (o porque le han dicho que hay un tío en el metro que se deja reventar la cara a hostias);

    4) agarras el trasgu y le frotas el pimiento del rodaballo en los testículos hasta que cante;

    5) ahora tienes un trasgu que canta. Lo enseñas por las ferias de los pueblos y te sacas una pasta. Con el dinero que ganas, le compras el cuento que te ha robado.

    Y la próxima vez, te haces una copia en diskette, cojones.

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  8. Creo que no has entendido nada. A ver: al final, ¿con cuántos defensas se le juega a este equipo? ¿Sacamos tres puntas o nos quedamos al contraataque? Necesito más respuéstas y menos cháchara en plan Lillo.

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  9. Anónimo22:42

    Acabo de decidir no volver a leer los comentarios de tu columna. Además de no entender nada me distraen de mi objetivo principal(que es saborear y disfrutar el balazo).
    No sientas haber perdido el cuento, tú ya lo habías disfrutado, y nosotros esperaremos por el próximo.

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  10. Anónimo22:42

    ¡Rediosla!, ¿¿¿hay alguien que prefiere la columna a los comentarios!!! Dios mío, Deivid, no utilices seudónimos intentando distraernos de lo que realmente importa.
    Sigamos, he descubierto, yo solito, una nueva forma de amaestrar trasgus. Consiste en tocarse la punta de la nariz desnudo mirando a luna un 17 de noviembre después de haberse acostado con una lectora apasionada de las columnas de Somoano en Metro. Es mucho menos peligroso que la conocida “Estrategia de Marlow” y además viene con calcomanía o calcamonía.

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  11. Yo tampoco entiendo nada.

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  12. Anónimo22:42

    Yo estoy con Virginia. A partir de ahora, escribiré sin leerme. Así aprenderé.

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  13. Anónimo22:42

    El Plan Lillo es para principiantes, el trasgu seguro que sucumbe ante el maestro de Lillo, o sea que ya sabes, utiliza el plna Valdano, sino cae por tactica por lo menos lo hara de aburrimiento.

    Y si quieres algo mas directo utiliza el Plan David Vidal, no creo que lo atrapes…pero fijo que como minimo se acojona…

    ^~¥~^

    A®L

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  14. Bilardo: “Los de colorao, los de colorao son los nuestros. Al enemigo, pisalo”.

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  15. Anónimo22:43

    …yo es que siempre fui mas del “Flaco” que de Bilardo…..

    Menotti Rulez!

    ^~¥~^

    A®L

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  16. Anónimo22:43

    Desde luego el balazo cada vez mejora,¡el cuento debia de ser una joya, enfin esperemos que lo encuentres!,a los de los comentarios encima de que valen poco, soy tan idiota, que pierdo el tiempo leyendolos.

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  17. Creo que te gano. A idiota, digo.

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  18. Anónimo22:43

    Para ser feliz hay que ser un poco idiota. ¿Si no, de qué?

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  19. Anónimo22:43

    para ser feliz quiero un camion…y ser idiota

    ;)

    ^~¥~^

    A®L

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  20. Eso es el límite del precipicio.

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