26.3.04

Sabios

Tenemos ya –estoy seguro– bastantes más científicos que poetas, abuelos, sabios o pastores. Y no estoy seguro de que este balance nos esté sirviendo para algo, o si nos pasa como al sol, que una vez que ha ido lo suficientemente lejos, no le queda otro remedio que dar la vuelta. Quizá así estemos ya, dando la vuelta. De eso empiezo a ver cada día más síntomas.

Porque si no fuera así, ¿cómo se explican muchos de los últimos descubrimientos? Hace un mes un grupo de científicos alemanes publicaron un artículo en una revista muy respetada en el que demostraban que para aprender bien las cosas era muy importante dormir. Como si ellos mismos, que algún examen habrán hecho en su vida, no se hubieran dado cuenta de que si no dormían el día antes, aumentaban las posibilidades de que se quedaran luego en blanco. No sé. El caso es que lo publicaron y lo mismo hicieron algunos periódicos. Luego, hace un par de semanas, unos españoles publicaron que habían descubierto que para poder usar bien la memoria resultaba fundamental el olvido. Como si nunca hubieran estado enamorados, algo que resulta difícil de creer para un grupo de gente que vive en Granada. Pero lo mismo diría de cualquier otro sitio. Con memoria absoluta sólo he conocido a un personaje de Borges, que precisamente murió medio ahogado en una mente en la que no quedaba tiempo ni para respirar, ni para escribir un poema, o dos versos sueltos. Da igual.

Será una estupidez, pero empiezo a tener la impresión de que la ciencia es como un cuadrado de tierra y que a los científicos le van dando palas para que caven su hoyo. Hasta que se acaba el cuadrado de tierra, y entonces tienen que empezar a meter la pala en otros cuadrados que no son la ciencia, pero, claro, como ellos tienen una pala, cualquier cosa les parece un hoyo en potencia. Y así nos va. Horadando, horadando la poesía y el saber de los pastores solitarios terminarán por aplastarlos a ambos, e incluso a los poetas y a los propios pastores, con todo eso que ya sabían sobre el olvido y el descanso que deja.

12 comentarios:

  1. Anónimo10:02

    “Es tan corto el amor y es tan largo el olvido”

    ResponderEliminar
  2. Anónimo10:03

    Creo que fue Borges quien dijo aquello de que “la memoria elige lo que olvida”.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo10:03

    Es posible, sólo es posible, que la verdad científica sea alcanzable, mientras que la verdad filosófica no se alcanza nunca.
    Quizá por eso las paletadas en los cuadrados que no son la ciencia.
    Me pregunto.
    Voy a pensar sobre ello.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo10:04

    Pues yo no sé si hay más sabios que poetas, si basta un poco de sol tras la lluvia para que proliferen éstos como setas, ni si la poesía es el último peldaño de la ciencia… Conozco sabios que terminaron poetas y poetas fueron los sabios de quienes más aprendí…
    Aquí tienes ya otro lector entusiasta que sigue tus pasos. Adelante: ya sabes que no hay más camino que el que nos hacemos al andar. Quizá no dejemos huellas, pero sí queda señalado el sendero y, ante tu columna, yo me quito el sombrero de los peros y te abrazo tan virtual como sincero.

    ResponderEliminar
  5. Gracias por el abrazo. Gracias por las dos frases. Gracias por lo que me hace sentir que alguien se vaya a pensar después. Qué cosas inesperadas éstas que me suceden todos los viernes con vosotros.

    ResponderEliminar
  6. Anónimo10:04

    ¿En serio que no lo intuías?. A cada uno nos queda un trozo, cuando oigo música en el metro busco el algodón de azúcar prendido en la chaqueta, o el pantalón, la soledad buena está en los paseos por Goya un sábado a las 6 de la tarde hace un par de años y el paraguas equivocado en el compañero de trabajo que te traiciona, la huída por la alfombra que tapa el problema, sin solucionarlo, o la sentencia apresurada sin reflexión.

    ResponderEliminar
  7. Anónimo10:05

    La realidad, a veces, adolece de poesía.(repasar la tabla del 11). Parece que no hay que pensar la memoria como un pozo. Que para recordar hay que conchabar; que se recuerda lo que permanece unido a un recuerdo anterior, como los niños que para no perderse en la excursión han de ir cogidos de la mano, y que no existe límite de niños. ¿Exístirá límite de filas? ¿ Y qué pasa con los niños mancos? Parece ser que lamemoria lo que almacena es comparaciones y esto también es válido para lo del amor y la política.
    Pero hoy no quiero estar en plan psiquiatra sino poeta; pues en el hoyo de esta columna hoy han entrado tres generaciones, y queda libre toda el alma.

    ResponderEliminar
  8. Anónimo10:05

    pues en busqueda de sabiduria nos encontramos todos.queriendo saber quien y porque endonde empeso esto quien lo formo sientifica mente o religionadamente nadie tiene una respuesta sobre elunibersoSielmundoempesosoloquienerestuparadesirmeadondepuedoiroendondepertenescoquerazasoycualesellugardondenopuedocrusarsinotengopapelesquedenelok paramytodossomosninosdelatierrapuescomoninosdelatierralatierraeslibreparatodostodostenemosderechoasiaellasinenbargonossimnotisanapendejanynolaquitanpuesestabienasiloqueremosonosdejamosmasbiensedejanllamarporunnumeronoportunombreyonotengonumerodondemepuedanencontrarperositengounnombresinomuchaambreysitengoambrequienmelaquitapuesnadienperoteapuestoqueunarbolsimedasombraparaquenocaleelsolparapodercomerelfrutodeelpuesllanotengoambre

    ResponderEliminar
  9. Quizá lo único que hay es la propia búsqueda.

    ResponderEliminar
  10. Anónimo10:06

    …y buscar un lugar en Granada donde enamorarse es tan sencillo como buscar percebes en A Costa da Morte…

    Tienes mucho donde elegir pero el amor como los percebes es materia peligrosa, y tarde o temprano uno se estrella contra las rocas

    ResponderEliminar
  11. Una cosa es buscar los percebes y otra cogerlos.
    Incluso hay otra: comerlos.

    ResponderEliminar