15.8.08

Anotaciones japonesas (4)

Mañana de lunes en Tokio. A pesar de que era sólo el tercer día allí, habíamos perdido la cuenta de los días. Pero la fauna del metro había cambiado de color. Trajes oscuros y camisas blancas inundando los pasillos. Ni rastro de manchas chillonas. Incluso parecía que habían desaparecido los tintes de las melenas esculpidas de ellos.

Maletines con ordenadores portátiles. Paso apretado. Gente camino del trabajo, vamos. Pero nos quedamos mirándolos como si se tratara de una manada de lemures adiestrados para la recolección de la perla. Con una boba curiosidad casi zoológica. Como si por las mañanas, en el metro de Madrid, la gente no fuera a trabajar. Como si no fuéramos nosotros esa gente.

Nos encontrábamos, sin duda, de vacaciones en la vida de los demás. Así que observamos los vagones de metro como si acabaran de inventarlos en aquel instante. Está el cumplimiento riguroso de las normas: si el cartel pide que no suenen los teléfonos, no se oye ninguno; si pide que no se lleve alto el volumen de la música, también silencio.

También están las marcas en el suelo, escrupulosamente respetadas. A partir de ellas se forman serenas colas cada seis o siete metros, sin nadie a la deriva entre ellas. Como dispuestas para un desfile olímpico. Y antes de entrar en los vagones, con igual serenidad, se espera a que salgan quienes tienen que hacerlo. Entonces es cuando se aprieta la cosa y se reciben con fastidio los inesperados empujones. Incluso, muy de mañana, son célebres los manoseos a las señoritas.

Parece absurdo, después de todo el orden y la serenidad, pero hay que tener en cuenta que los japoneses también pueden ser budistas y sintoístas al mismo tiempo, y no pasa nada.

Además, desde hace tiempo, a primera hora de la mañana y a la de la vuelta del trabajo, los trenes llevan un último vagón sólo para chicas, con sus carteles rosas y sus publicidades de cosméticos. Eso también se respeta perfectamente. Y con absoluta serenidad.

[Todas las anotaciones japonesas] [Fotos del viaje a Japón]

6 comentarios:

  1. Anónimo18:04

    Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. No me gusta el spam.

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  3. Como si hablaras de mi barrio, oyessssssssssss.
    A mí tampoco me gusta el spam.

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  4. O sea que habría que deducir que una chica que a primera hora de la mañana o a la vuelta del trabajo no vaya en ese "bagon de señoritas" es que está muy distraída o.. desea que la toquen un poco. Vaya manera de abrir el juego...

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Nos encontrábamos, sin duda, de vacaciones en la vida de los demás.

    Qué frase. Diantres...

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