26.9.08

Duelo de fantasmas

Al leer estos días sobre el regreso de Lance Armstrong, no he podido dejar de pensar en Floyd Landis, que se quedó en el otro lado, y en lo que eso revelaba del propio Armstrong. Veo a Landis todo el tiempo recostado sobre el sofá en el que le fotografiaron los del NYT en el verano de 2007, cuando empezaba el Tour que se llevó Contador.

Aquellos días, sólo pensaba –él también– en volver. Con un libro que había escrito y cobrando a gente 500 dólares por salir con ellos un ratito en bicicleta, reunía dinero para pagar abogados. Ellos cavaban su túnel para regresar del otro lado. Cuando después de la última palada apareciera la luz, Landis se iba a montar de verdad en la bicicleta para entrenarse para el Tour de este año, el de Sastre.

No era el único que había dibujado ese calendario. Algunos de sus antiguos patrocinadores seguían enviándole muestras de sus productos. Como las de batidos energéticos, que usaba entonces para esas excursiones con caprichosos.

Yo pensaba estos días en Landis, y él tal vez pensaba en Armstrong, que ha sido dos veces fantasma en pugna por regresar del pasado. Pero creo que sobre todo me he imaginado el sofá de Landis, y el día en que dejen de llegarle cajas de batidos. Su ineludible vida de fantasma enclaustrado.

Ampliación: Landis en balazos.

2 comentarios:

  1. Tremenda curiosidad por saber en qué pasan las horas, los días, los meses Landis, Heras, Vinokourov...

    Sobre Armstrong: yo diría que el hombre estaba aburrido. Tiene una mansión colosal a la que ya no le verá ninguna gracia. Anda de sarao en sara, con la fundación, con las fiestas de famosetes. Lleva unos años cambiando de novia cada dos por tres -cantantes, actrices, modelos-. Se ha aburrido hasta de chingar. Este tío necesita machacarse, necesita los entrenamientos milimetrados, la preparación obsesiva, el subidón de las carreras. Yo diría que es un adicto a la competición. Me hago una ligera idea de lo que sentirá, porque yo competí 12 años con la bici y cuando lo dejé echaba muchísimo de menos las carreras, soñé con ellas durante muchos años. Y sólo llegué a aficionados, y lo dejé porque el último año no veía más que culos que me adelantaban en las cuestas. Pues imagínate el mono de un superatleta que ganó siete Tours y se retiró cuando nadie le hacía sombra.

    Todo es muy yanqui, demasiado yanqui para nosotros. ¿Alguien se imagina a Induráin montando un show parecido? Dicho lo cual, tengo unas ganas locas de ver a Armstrong en el Tour.

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  2. Uno de los médicos de Armstrong en Motorola decía que se sentía incompleto porque no le habían derrotado.

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