Están los que ya lo habían visto venir todo. Pero resulta mucho más complicada la impredicción. El New Yorker publicó el primer perfil de Obama en 2004, y no incluía ninguna opinión que previera que iba a ser el primer presidente negro de Estados Unidos, pese a que tenían al menos una. William Finnegan, el autor de aquella pieza, cuenta ahora algo interesante: en lugar de decir que él ya lo sabía, pero que no le permitieron decirlo o cualquier otra contrariedad, explica por qué dejó esa predicción fuera del texto.
Una de las entrevistadas, la congresista demócrata Jan Schakowsky, sí le hizo la predicción ahora cumplida. “Pero [lo que decía] —explica Finnengan— era demasiado impreciso, demasiado amplio, demasiado parecido a un eslogan. Salir y decir “el primer presidente negro” no sólo parecía absurdamente prematuro, sino de mal fario”.
Y más. Es que, según Finnegan, y ahí está la clave, entonces aquello no era cierto. Recuerda que muchos estaban de acuerdo en que reunía las cualidades necesarias, pero “lo que entonces no sabía nadie —cuenta— es si Obama tendría la resistencia, la oportunidad o la simple y tonta suerte de llegar a salvo adonde lo ha hecho”.
25.11.08
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Pasé por aquí el otro día y leí los dos artículos y la verdad que me provocó una sensación extraña. No era tanto como dices el "ya lo sabía" sino el "era una mamarrachada decirlo". Me gustó mucho leerlo.
ResponderEliminarCierto. Eso quería decir, aunque a lo mejor no me expliqué bien. A lo que estamos acostumbrados es a que el tipo salga y diga "ya lo sabía", pero éste explica que no podía saberlo.
ResponderEliminarSí, sí, si estaba bien explicado, pero luego lees al tipo del New Yorker y es que es cierto, aunque se lo dijese la otra senadora era irrelevante y hasta un poco estúpido decirlo. Lo explica francamente bien. Lo más divertido es volver al texto de 2004.
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