26.8.09

La cornisa ciega



Mientras buscaban a Óscar Pérez allí arriba en el Latok II, yo pensaba que contar historias es a menudo como conducir por el carril izquierdo. Regresa uno al derecho y desde ninguna parte aparece allí un automóvil. Inexistente si se hubiera continuado por donde se iba. Invisible en el retrovisor. Eso me pareció Óscar Pérez mucho rato mientras le buscaban. Habitante del ángulo muerto mientras su historia se contaba el carril izquierdo.

Ese ángulo muerto era una repisa de la montaña a más de 6.o00 metros de altura. Después de que su compañero Álvaro Novellón lo dejara ahí con una muñeca y una pierna rotas para ir a buscar ayuda, Óscar desapareció como un fantasma en el punto ciego de su propia historia. Entre la nieve. En lo que se contaba esos días aparecían los preparativos del rescate, las fotografías en las que buscaban localizar la repisa, las peleas con el Gobierno de Pakistán por los helicópteros. Y Óscar seguía exactamente como lo había dejado Álvaro, como si su tiempo pudiera detenerse. Y ese tiempo congelado le volvía de algún modo transparente, hasta que casi desaparecía de la historia. Quizá conscientes de eso quienes iban a intentar rescatarle decían que querían volar cerca de la repisa con el helicóptero, aunque no pudiera dejarles allí. Para que Óscar supiera que le estaban buscando, decían. Un contacto con el punto ciego. Pero es complicado tocar las cosas desaparecidas en las historias y en las montañas. En realidad, hasta la repisa donde se había quedado Óscar sólo podía llegar Álvaro: era el único aclimatado a más de 6.000, el único cuya cabeza funcionaba correctamente en esas condiciones. Sucede como con las historias, que no pueden ser alcanzadas ni contadas por cualquiera. Con mal de altura, a uno sólo le queda estrellarse contra el automóvil que surge en el carril derecho. O no verlo siquiera.

También pensaba mientras buscaban a Óscar allí arriba en el Latok II en las otras muchas historias de cada día que no suceden a 6.000 metros. Y en los ángulos muertos de esas historias. Fantasmales si nieve ni nada.

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