21.1.10

Bajo el semáforo, de repente

La otra noche atravesamos Madrid con Claudia ardiendo de fiebre en el asiento de atrás. Conducía veloz y quejoso. De tener que cruzar la ciudad pese a que existen dos hospitales más cerca de casa, de dos conductores torpes que nos retrasaban, de los semáforos lentos. Hasta que ya muy cerca del hospital, detenido bajo otro más en rojo, pensé en Haití. Y, bueno, eso.

4 comentarios:

  1. No todos se dan cuenta.

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  2. Francamente, no siento que sea comparable. Ni que sirva ese remordimiento de conciencia de quien se preocupa por el semáforo en rojo cuando su niña tiene fiebre, y a la vez sabe de niños solos en Haití.
    Se trata de salvaguardar lo que se ama, y se ama más a los niños solos en Haití cuando se es responsable de una niña acompañada por sus padres en el primer mundo.
    Se siente mayor empatía hacia quien sufre cuando se le puede poner rostro al dolor. Un nombre propio, unos ojos, un gesto de sufrimiento.

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  3. Ni era comparación, ni remordimiento. Sólo que sucedió con esas dos cosas lo que sucede con dos coches que se encuentran en un cruce nocturno: que se iluminan uno a otro.

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  4. Olmo00:49

    Pues sí que me gustan los Balazos, sí. Corrijo. Sabes escribir más cosas que tweets. Me ha gustado tanto que me han dado ganas de reucperar mi Crónica Insurgente. Oye, tengo una pregunta de reportero local. ¿Por qué no podéis ir al hospital que está más cerca de vuestra casa?

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