Luego comenzaron a suceder cosas entretenidísimas. Unos cuantos que también habían abierto blogs le llamaron a lo suyo blogosfera, y escribían frecuentemente sobre ella, del mismo modo que cuando se encontraron Twitter lo usaban principalmente para hablar sobre Twitter. Cuando hubieron escrito lo suficiente sobre lo que se podía escribir, el dinero público se dio por enterado y comenzaron a brotar congresos a los que se invitaban mutuamente los expertos locales de la cosa. Superada (no inmediatamente) la intriga de si alguna vez se vería un blog en la web de un periódico, cuentan que en muchos de esos congresos se debatió a lo largo de los años si un blog era o no periodismo. Los que no pudieron asistir a ninguno de aquellas pendencias intelectuales, se preguntan ahora en público si Twitter no será una tontería, algo que nunca se les ha oído de los papeles blancos cortados en tamaño DIN A4.
Entre otras muchas cosas, he pensado todo esto al recordar que hace 10 años que abrí este blog, cuando me sentía tan lejos del periodismo. Me ha importado bastante poco. Sólo lamento lo que he dejado de escribir aquí, las fechas que he dejado solo Millás, a quien ya casi nunca leo.
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